Un salto al vacío. Yves Klein y el nuevo arte del Siglo XX


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El curso se conformará de cinco clases estructuradas a partir de dos ejes temáticos.

Durante la primera parte los profesores Eduardo Grüner (UBA) y Mabel Tapia (Archivos Yves Klein) abordarán el contexto histórico-cultural y artístico de Europa y Estados Unidos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Dicho contexto servirá de marco para comprender la emergencia de la obra de Klein en segunda mitad del siglo XX.

En la segunda parte del curso se abordará a Yves Klein como precursor de las nuevas tendencias artísticas de la segunda mitad del siglo XX y su influencia en el arte contemporáneo. Mabel Tapia (Archivos Yves Klein) se concentrará en los conceptos radicales de pintura y de artista; la creación del International Klein Blue materializa la búsqueda de una dimensión espiritual en el arte y de la pura sensibilidad a través del color; también se abordarán su obra escultórica, sus primeras acciones y sus Antropometrías que revisaron el legado de la pintura de la época e introdujeron un componente performático fundamental para su expansión, y para la configuración de un concepto de “performance” y la resignificación de la idea de autoría: “Nunca se me pasó por la cabeza manchar mis manos con pintura. Despegado y distante, la obra de arte debe completarse bajo mis ojos y bajo mi mando” (Yves Klein, Manifiesto del Hotel Chelsea, NY, abril, 1961). Se verá así cómo Klein propondrá un arte nuevo cuyo foco está puesto en la sensibilidad inmaterial por sobre el objeto tangible: “…lo que experimentaba no era ese vértigo que todos mis predecesores sintieron cuando se encontraron frente a frente con ese vacío absoluto que es, naturalmente, el auténtico espacio pictórico” (Klein, 1961).

Posteriormente, se abordará la influencia de Klein en el arte contemporáneo, su vigencia y las apropiaciones en torno a su obra para la configuración de un arte actual.

Para finalizar, la última clase a cargo de Pablo Gianera estará dedicada a Sinfonía Monótona: “La tentativa sonora de Yves Klein no fue en absoluto una anomalía ni un desvío. Por el contrario, su pieza Sinfonía monótona (1947-1948) pide ser considerada en línea con sus trabajos en el espacio: con todo derecho puede imaginarse una continuidad entre monocromía y monotonía. En un caso y en el otro, se constata una ampliación del horizonte de posibilidades que deriva de una simplificación radical de los materiales. “La pintura no existe ya para mí en función del ojo. Mis obras no son más que las cenizas de mi arte”, escribió el artista. Este principio de inmaterialidad alcanza también a su Sinfonía monótona que, en este sentido, ocupa un lugar crucial no solamente en la aventura artística del propio Klein sino en el arte del siglo XX. El artista sabía que la descendencia de la Sinfonía monótona (“nueva concepción de la música”) terminaría siendo mayor que la genealogía de la que procedía. Esta clase se propone, por un lado, situar la Sinfonía en la perspectiva de la poética del propio Klein y, por el otro, ponerla en relación con el paisaje artístico e intelectual de su época (las cercanías y las distancias con John Cage) y con precursores más lejanos como Meister Eckhart. Para decirlo en otras –y pocas– palabras, la meta es el estudio de un nuevo campo de fuerzas, una nueva dialéctica entre lo vacío y lo lleno”.