“El asociativismo venezolano: entre el mutualismo y el lobby”

Nota de opinión.
Por
MERCEDES BOTTO, directora del IICSAL (FLACSO-CONICET).
Publicada el 27 de marzo de 2024.

En los últimos años Venezuela dejó de ser un país receptor de migrantes y se convirtió en uno de los que más connacionales migran al mundo. ¿Qué los caracteriza como sociedad en el exilio? ¿Cómo y por qué se organizan colectivamente en Argentina? ¿Qué aportes y contribuciones hacen?

La migración venezolana introdujo dos novedades en la tradición migratoria argentina. En primer lugar, es un fenómeno masivo y reciente tanto en el país como en el mundo. A partir de su crisis económica y política, Venezuela pasó de ser uno de los dos (junto con Argentina) países de acogida más importantes de la región a uno expulsor con más de 7 millones de personas viviendo fuera de su país, según lo indica la plataforma RV4 (2023). La Argentina se posiciona como el quinto país de mayor flujo de venezolanos  en Sudamérica con más de 180.000 personas. En este sentido, desplazó a la colectividad peruana y ocupa el tercer lugar de relevancia numérica, luego de la paraguaya y la boliviana. Los venezolanos llegaron a Argentina de manera masiva entre los años 2016-2019 y en su mayoría pertenecen a sectores medios y acomodados con un alto nivel educativo. Principalmente, se asientan en los centros urbanos del país (Pacheca y Liguori, 2019; ENMA, 2022) y solo la Ciudad de Buenos Aires (CABA) concentra el 53% de esta colectividad. Por su lado, la provincia de Buenos Aires reúne un 23% (Indec, 2022).

Una segunda novedad resulta de sus formas de acción colectiva, vale decir, la manera en que se organizan y participan como colectivos en la sociedad de acogida. En el campo de los estudios migratorios, este fenómeno se describe como una expresión más de la participación política porque supone al Estado como destinatario final de sus acciones públicas; aunque se diferencia de la participación electoral por no ser individual ni referirse a una opción partidaria propiamente dicha.  En nuestro país, la posibilidad de los migrantes de elegir a las autoridades municipales se instaura como derecho con la ley migratoria 25.871/03; pero recién se lograría implementar en CABA en el año 2020 con la ley 6031/18.

La participación colectiva o asociativa de los migrantes en nuestro país es  una  marca nacional asociada a la larga tradición migrante. Como sabemos, la migración en Argentina se distingue de otros países de la región, tanto por la masividad como por la sucesión de oleadas de distintos orígenes. Los europeos entre finales siglo XIX y principios XX; la migración de países limítrofes que se inició con la europea y se mantuvo continua; y la tercera oleada del siglo XX  compuesta por migrantes asiáticos, que llegaron entre los años ochenta y noventa.

También es conocida la herencia que dejó la migración europea en la vida asociativa y en el mutualismo argentino. Esta herencia se refleja en las distintas instituciones que construyen las colectividades: hospitales, teatros, mutuales, entre otras instituciones; para suplir la falta de respuesta de un Estado oligárquico a las necesidades que tenían los recién llegados en términos de salud, contención social y cultural. Se trata de instituciones que hoy están abiertas a la sociedad en general, como el Hospital Alemán, por poner un ejemplo. Menos conocidas y visibles son las organizaciones migrantes de las colectividades de países vecinos, como paraguayos y bolivianos, o de los asiáticos. No es que no las tengan, sino que ellas mantienen su impronta y perfil original dirigido a sus miembros.

En cuanto a los objetivos de estas organizaciones, la literatura académica reconoce tres principales: la de mantener las tradiciones culturales del país de origen; la de brindar ayuda mutua a los recién llegados para facilitar su inserción en el país de acogida; y, por último, la de defender los intereses y derechos de los migrantes frente a las autoridades. Si bien todas las organizaciones desempeñan acciones en estas tres direcciones, la novedad que introduce la colectividad venezolana en materia de acción colectiva se vincula con la proliferación, visibilización y el perfil profesional que adquieren sus organizaciones en el corto plazo. De acuerdo a los datos recogidos por las investigaciones PUE y PIP  del IICSAL, el tejido asociativo de los venezolanos en Argentina creció exponencialmente entre los años 1999-2022, pasando de tener solo una organización migrante (ASOVEN, orientada a la preservación y divulgación de las tradiciones culturales) a más de 50 organizaciones dedicadas a tareas y objetivos múltiples.

Otro dato importante que arroja el observatorio de organizaciones migrantes en la argentina (OBSOMA) es la fuerte impronta “profesionalista” de las organizaciones venezolanas en CABA. Ellas agrupan a los venezolanos por rama de actividad y formación profesionales, como es el caso de la organización de médicos venezolanos en Argentina (ASOMEVEAR), la de psicólogos venezolanos (PSICOVEN), entre otras. Además de capacitar y de ofrecer bolsas de trabajo para los recién llegados, el principal objetivo de estas organizaciones profesionales fue la de presionar y demandar al Estado argentino un reconocimiento ad hoc de sus títulos universitarios y profesionales para poder insertarse en el mercado laboral, habida cuenta de la ausencia de acuerdos binacionales preexistentes  y de las condiciones de urgencia con la que habían salido del país, sin contar en muchos casos con los papeles en regla. Para defender sus intereses y exigir el cumplimiento de los derechos de acceso igualitario al mercado de trabajo, estas organizaciones hicieron lobby con referentes políticos y /o partidarios con los gobiernos nacionales y subnacionales de turno y lograron regulaciones y contrataciones de excepcionalidad para las profesiones donde la demanda del Estado estaba insatisfecha por falta de profesionales, como fue el caso de la salud.

Esta rápida caracterización del asociativismo migratorio en la Argentina nos habla de un fenómeno de larga tradición en el país que no comienza ni se acaba con la migración venezolana, pero que sí agrega nuevos perfiles. Entre las distintas colectividades se observan puntos de continuidad y de ruptura en la forma que se organiza la acción colectiva en nuestro país. Como continuidad remarcamos la necesidad y la ventana de oportunidad que abre el contexto (país de acogida) para la organización. Parafraseando a Albert Hirschman (1972), no hay “voix” (posibilidad de organizarse y mantenerse en el tiempo), si no hay posibilidad de respuesta: “exit”. Como ruptura destacamos las prioridades y objetivos que distinguieron la acción colectiva definida por las características de cada colectividad. En el caso de las organizaciones europeas y limítrofes, a favor de los objetivos de ayuda mutua; en el caso de las venezolanas la prioridad está puesta en el método para lograr la defensa de sus intereses a través del lobby con actores políticos.

¿Cuál de estas estrategias caracterizará a la acción colectiva en esta nueva etapa de la democracia argentina amenazada por discursos anti-migratorios y con un Estado en retirada? ¿Habrá espacio para la acción colectiva migrante?

Instituto de Investigaciones Sociales de América Latina
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