“Ausencia indeseada”

Publicado en Revista Veintitres, martes 8 de julio de 2014
Por Raquel Roberti
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Ausencia indeseada

Baja presencia femenina en el área de informática.

En el sector las mujeres alcanzan apenas al 11 por ciento. Y sólo el 2,3 de las estudiantes optaría por esta actividad. A qué obedece el fenómeno. Qué se pierden las empresas. Cómo revertir la situación.

Justo cuando creíamos que los estereotipos habían quedado en el olvido, después de que las mujeres incursionaran en áreas como albañilería y fuerzas de seguridad –por citar sólo dos actividades históricamente masculinas–, un estudio de la Fundación Sadosky demuestra que están muy instalados entre los adolescentes. El informe, que pretendía analizar las causas de la baja presencia femenina en carreras vinculadas a la informática –sólo el 11 por ciento del sector–, demuestra que obedece a la idea que los jóvenes tienen de esa actividad: es para varones muy inteligentes, blancos, “nerds” y que usan anteojos.

“Fue un golpe fuerte descubrir esa situación –admite Santiago Ceria, director ejecutivo de la Fundación Sadosky, dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva–. Cuando surgieron las primeras carreras y computadoras, no había un estereotipo formado y la participación femenina en el sector era muy fuerte. Con el tiempo, los medios, las series, las películas, fueron armando uno: siempre el hacker es medio nerd, hombre, parece un genio; y al mismo tiempo aparecieron personajes públicos al estilo Bill Gates. Todo eso generó una imagen que parece estar bastante arraigada y provocar mayor rechazo en las mujeres que en los hombres, quienes lo ven como algo ajeno a ellas”.

Tan ajeno, que sólo el 2,3 por ciento de las encuestadas señaló el deseo de cursar una carrera relacionada con la informática, en contraposición al 19,4 de los varones. Informática y computación son percibidas como menos adecuadas para las mujeres entre todas las listadas en la encuesta. En cuanto a la actividad laboral deseada, ambos sexos eligen la profesional, seguida en el caso de las mujeres por arte y espectáculo, asistencia a personas, belleza y estética. Los hombres, en segundo lugar optaron por producción de software. Ni unas ni otros tuvieron en cuenta el salario a la hora de elegir, aunque el 34 por ciento sabe que es alto en las actividades informáticas.

El análisis, realizado por el grupo de estudio sobre tecnología, capitalismo y sociedad, integrado por María Florencia Botta, Lucila Dughera, Guillermina Yansen y Mariano Zukerfeld (Conicet y Flacso), se basó en una encuesta a 627 estudiantes de segundo y quinto años de escuelas secundarias de gestión estatal ubicadas en el conurbano bonaerense, beneficiarios del Plan Conectar Igualdad y cuatro focus groups realizados con estudiantes de ambos años. El hallazgo principal es que las representaciones que alejan a las mujeres de la informática se hallan estabilizadas en la adolescencia, tanto entre los varones como entre las mujeres.

Pero el informe va más allá y constituye un verdadero estudio sociológico, ya que profundiza en los aspectos colaterales pero relacionados con las respuestas que dieron los estudiantes. Por ejemplo, qué actividad laboral y estudios tienen los referentes adultos, qué habilidades reconocen en sí mismos, cuánto saben de las actividades informáticas y qué hacen con sus propias computadoras.
Para Ceria, los estereotipos marcados en los adolescentes constituyen “un problema muy grave. Estas tecnologías están cambiando el mundo, tienen un enorme potencial y las mujeres se están perdiendo este proceso. Y a la inversa, el sector se pierde el potencial de las mujeres”.

–¿Qué pueden aportar las mujeres? –le preguntó Veintitrés.

–Tanto la historia de la computación como mi experiencia y la de colegas, demuestran que las mujeres son muy buenas para estas cosas. No quiero caer yo también en estereotipos, pero son metodológicas, perseverantes, cuidadosas, todas características importantes para el mundo de la computación. La primera programadora fue mujer. La primera en crear un compilador, pieza de código importante, fue mujer. Son muy buenas en desarrollo de software. Estas tecnologías juegan un rol muy importante en cómo evoluciona la sociedad y países como la Argentina, que intenta posicionarse en este mundo digital, necesita mujeres, no sólo para aumentar la cantidad de gente trabajando en el sector sino para que aporten sus características.

Una de las razones por las que las mujeres rechazan la idea de dedicarse a la informática como actividad laboral única o principal es que la asocian con la permanencia en el hogar, algo que no desean para sí mismas. Les gustaría, sí, trabajar con una computadora, pero a nivel básico: saber qué tienen adentro, no depender de terceros para arreglarlas. Pero aspiran a trabajar fuera y, quizás, lejos del hogar. Quieren “conocer gente”, evitar la monotonía de la rutina hogareña.

A los hombres, en cambio, les gustaría trabajar desde sus casas, por razones tan diversas como poder “estar con cualquier pilcha” o no tener que viajar. Y con una computadora para probar videojuegos o “inventar”, no como forma de progreso económico sino para ser o sentirse más poderosos.

Una cuestión llamativa es que aun aquellos adolescentes que manifiestan deseos de estudiar o trabajar en informática, no saben de qué se trata (48 por ciento de los varones y un 63 por ciento de las mujeres). La respuesta más elegida a la pregunta “¿De qué se trata programar?”, con un 55,5 por ciento, por ambos sexos y por un amplio margen sobre las siguientes es “De configurar Windows u otros sistemas operativos”. El desconocimiento se agudiza en el caso de las mujeres, aunque entre estas la aceptación de su ignorancia es mayor que entre los varones.

Conocedora de la situación general, María Celeste Medina, programadora que continúa sus estudios universitarios, decidió seguir la tendencia de los países del Norte de incluir mujeres en la tecnología. Pero a su proyecto –la ONG Adai (adaitw.com.ar)– le sumó un fuerte componente social: capacitar en desarrollo y testing de software a mujeres en general y en especial a las de bajos recursos.

Medina vive a diario en la universidad la escasez de mujeres en el rubro, y según su experiencia laboral “hay más hombres, son excepcionales las empresas con un equipo de mujeres, que pueden llegar a ser líderes técnicos, pero más arriba, en Sistemas, se ve menos”. ¿A qué se debe? En su opinión a que “no hay visibilidad, no hay referentes visibles y uno no puede ser lo que no ve. Muchas ni siquiera consideran la posibilidad porque no conocen el tema y no ven los beneficios de trabajar en esta industria”.

Para referente, nadie mejor que Liana Lew, graduada Nº 4 en la carrera de computación científica, justo la Noche de los Bastones Largos, en 1966, cuando la policía desocupó la universidad a golpes. “Es una de las carreras de mayor ocupación en la actualidad, los chicos consiguen trabajo mientras estudian y con buenos sueldos. Pero no es sólo eso, es obtener una buena formación profesional, con visión de actualización permanente, ya que estas tecnologías cambian fuerte todos los días. Hoy la exportación de software desarrollado en la Argentina para empresas de India o Estados Unidos, por ejemplo, es la que genera mayores ingresos a las empresas y al Estado por las regalías. Pero también hay mucho trabajo en la producción de programas utilitarios, como edición de texto, que requieren conocimientos de programación. O en el desarrollo de aplicaciones para smarts o juegos, para darle valor agregado a lo que existe. Y aunque en menor medida, también hay un panorama amplio en hardware, ya se están produciendo impresoras 3D en el país”.

Planteado el problema, resta analizar los pasos a seguir. En ese sentido, Santiago Ceria considera que profundizar el diagnóstico es una necesidad impostergable para contar con los elementos adecuados para elaborar políticas públicas. “Como mínimo, debemos realizar un gran esfuerzo de comunicación –señala–, para que los chicos sepan de qué se tratan estas carreras y las posibilidades que brindan. Y luego organizar actividades relacionadas con los intereses de las mujeres, como por ejemplo el desafío nacional ‘Dale aceptar’, de desarrollo de videojuegos y aplicaciones que consigue mayor participación femenina que las carreras de informática. Tenemos que romper con los estereotipos”.

La falta de información que demuestran los alumnos reclama la participación del Ministerio de Educación en el intento de revertir la situación. Y según Ceria, ya está en marcha “un programa interministerial, Programar, en el que participan la cartera educativa a través del portal educ.ar, Conectar Igualdad, la Jefatura de Gabinete y la Fundación Sadosky”. Pero debemos discutir la manera en que estamos enseñando computación a los chicos; la alfabetización digital no transmite lo que es la computación, el potencial que ofrece para desplegar la creatividad. Creo que cuando logremos eso, vamos a hacer una gran diferencia. Llevará mucho tiempo, pero iremos diseñando políticas para mitigar esta situación. La informática se transformó en un mundo de hombres porque las mujeres dejaron de venir, no porque alguien las echó. Y queremos que vuelvan”.


En Ingeniería también

Las carreras de Ingeniería registran pocos estudiantes. A nivel nacional, y en comparación, se gradúan tres ingenieros por cada diez abogados. Es probable que se relacione con el concepto de “carreras duras”, aquellas que requieren mayor tiempo y destreza en cálculos matemáticos. Al igual que en las informáticas, los estudiantes pueden comenzar a trabajar antes de recibirse y con sueldos altos –generando una deserción no deseada–, pero no están entre las preferidas de los jóvenes de secundario. El Consejo Argentino de Ingeniería (CAI) informó el año pasado que en el país hay más de 30 mil estudiantes que aprobaron 26 materias o más y no terminaron sus carreras por privilegiar el trabajo. La mayor demanda en el rubro surge de las ramas relacionadas con la energía (electricidad, gas, petróleo), la infraestructura (transporte, puertos, ferrocarriles, caminos) y con la industria de la alimentación. Para revertir esta situación, el gobierno nacional lanzó un Plan Estratégico de Formación de Ingenieros que busca duplicar la cantidad de graduados para 2016. En el primer año del plan, no hubo un gran aumento en la matrícula pero sí en la reinscripción de alumnos que habían abandonado los estudios.