Conversatorio “China y América Latina: ¿Pivote hacia Asia?”

El pasado miércoles 24 de abril el Auditorio de FLACSO fue el escenario del Conversatorio organizado por el Área de Relaciones Internacionales de la FLACSO Argentina: “China y América Latina: ¿pivote hacia Asia?”. En ese marco, se dio inicio a la nueva cohorte de la Maestría en Relaciones Internacionales, y al lanzamiento de la Cátedra de Estudios sobre China en el Mundo Actual. La Cátedra aspira a lograr un amplio entendimiento de los diversos aspectos que hacen al rol central de China en el escenario internacional actual. En base al reconocimiento de que no sólo lo que acontece al interior del país asiático, sino también la forma en que se proyecta al mundo, afecta los asuntos globales, y las dinámicas regionales y nacionales, esta plataforma busca conformar un enfoque integrador, multidisciplinario y multifacético sobre las lecciones y los desafíos que imparte su ascenso.

La inauguración de la Cátedra contó con la destacada presencia de Carol Wise (Universidad del Sur del California), Carlos Bianco (Universidad Nacional de Quilmes) y Pablo Nemiña (IDAES/CONICET/FLACSO), en un panel que moderó Juliana González Jáuregui (FLACSO). El tema que convocó el debate fue la presencia de China en América Latina, en tanto socio comercial, pero también como inversor y prestamista, en un orden global en reconfiguración.

En base al libro que acaba de publicar, que pronto estará disponible para su adquisición: “Dragonomics: How Latin America Is Maximizing (or Missing Out) On China’s International Development Strategy”, Carol Wise inició su presentación afirmando que disiente con aquellas perspectivas que sostienen que el vínculo de China con América Latina significa una amenaza a la seguridad, o bien una disputa por la hegemonía, de Estados Unidos en la región. En esa línea, afirmó: “China, por necesidad, ha tenido que internacionalizar su estrategia de desarrollo, de manera de compensar su déficit en recursos naturales, pero también de lograr alimentar a la masa poblacional más numerosa del planeta, en una economía que, tarde o temprano, se convertirá en la más relevante del mundo”. Asimismo, destacó que está en desacuerdo con la existencia de un “Consenso de Beijing”, justamente, porque el caso chino se constituye como un modelo de capitalismo estatal, y difiere de los modos en que se desplegaron los preceptos del Consenso de Washington en la región.

Carol identificó tres escenarios de política económica que se han acentuado en aquellos países que poseen lazos comerciales y de inversiones más fuertes con China: el primero de ellos incluye a los países que han firmado un Tratado de Libre Comercio con el país asiático, es decir Chile, Perú y Costa Rica, que han demostrado tasas de crecimiento, comparativamente, mucho más elevadas que el resto de los países latinoamericanos que sostienen vínculos estrechos con el gigante asiático. El segundo escenario, que definió como “la maldición institucional”, está presente en Argentina y Brasil. Estos países fueron incapaces de aprovechar el periodo del “boom de las commodities” (2003-2007) y realizar las reformas necesarias que los condujeran a sostener una estrategia de desarrollo a largo plazo, es decir no re-direccionaron los recursos obtenidos en la etapa de bonanza hacia sectores que impulsaran la innovación y el salto cualitativo. El tercer escenario es el que caracteriza a México: dada su competencia industrial con China en el mercado interno, y en terceros mercados, el vínculo ha resultado problemático. México, por sí mismo, ha sido incapaz de diseñar una estrategia de atracción de inversiones chinas que agreguen valor a los productos que le exporta al país asiático.

La desaceleración económica que se evidencia desde 2014, explicó Carol, confirma, una vez más, que el crecimiento dinámico y sostenible no va a hacerse presente en Latinoamérica, al menos hasta que la canasta exportadora incorpore bienes con mayor contenido tecnológico. En lo que hace a la demanda de bienes primarios por parte de China, sostuvo, la evidencia muestra que se ha mantenido e incluso, ha aumentado; el comercio, las inversiones y los préstamos chinos dan cuenta de una trayectoria en ascenso. Por el lado de la oferta, destacó, aunque la retórica de los países latinoamericanos argumenta una diversificación de las exportaciones y un incremento en las ventas de bienes con mayor valor agregado con destino al país asiático, resulta imperante que los funcionarios y tomadores de decisión impulsen las reformas y creen los incentivos necesarios para que ese objetivo se cumpla realmente.

A continuación, tomó la palabra Carlos Bianco, cuyo análisis se basó en los cuatro ejes que, desde su perspectiva, caracterizan al vínculo entre la Argentina y China: comercio, inversiones, auxilio financiero, y relaciones políticas. A partir de esos cuatro ejes ordenadores, dividió su presentación en dos etapas históricas: el Kirchnerismo y el Macrismo. Finalmente, a partir de la identificación de los cambios sucedidos entre ambos periodos, efectuó una reflexión de las perspectivas a futuro. En cuanto al periodo histórico del Kirchnerismo, Bianco argumentó que se trató de una fase de “fortalecimiento y profundización del vínculo bilateral, tanto en el plano económico, como en el político”. De hecho, sostuvo que el fortalecimiento de la relación se plasmó mediante la firma del acuerdo que estableció la “asociación estratégica” con China, que luego se profundizó con la concreción de una “asociación estratégica integral”. Asimismo, destacó que, durante esa etapa, las relaciones políticas y el comercio bilateral, en tanto ejes, se retroalimentaron, puesto que China siempre colaboró en la apertura comercial de la Argentina, contribuyendo al acceso a mercados que antes eran de difícil aproximación para nuestro país, como los del Sudeste Asiático. A su vez, Bianco afirmó que: “China, a diferencia del resto, fue el único país que nunca se quejó por la implementación del sistema de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI)”.

Respecto al eje de inversiones, Bianco afirmó que, durante el Kirchnerismo, no sólo se firmaron numerosos acuerdos que permitieron la concreción de inversiones en el sector petrolero y de infraestructura de transporte (entre ellos, destacó la renovación del Belgrano Cargas), sino que se llevaron a cabo las negociaciones para atraer inversiones en los sectores de generación energía nuclear e hidroeléctrica, entre otras. A su vez, al abordar el eje de “auxilio financiero”, colocó énfasis en los acuerdos de intercambio de monedas o swaps. A modo de resumen, sostuvo que, a lo largo de ese periodo, la relación con China fue “positiva y virtuosa”, dado el contexto internacional de la época.

Al analizar el vínculo bilateral durante el Macrismo, Bianco afirmó que las relaciones han sido “zigzagueantes”. En ese sentido, recordó que, al inicio del actual gobierno, se cometió el error de declarar que se iban a revisar los compromisos establecidos con China en la etapa anterior y que se iba a apelar a diversificar los vínculos con otros países. Luego, destacó que la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la presión recibida por Estados Unidos en el marco de esa decisión, contribuyeron a la pérdida de calidad del vínculo forjado con China durante la etapa anterior. En esta fase, se revisaron los acuerdos firmados para la construcción de las centrales hidroeléctricas, que conllevaron a un conflicto diplomático que tuvo que resolverse, al tiempo que se cancelaron algunos de los proyectos pautados en torno a las inversiones chinas destinadas a nuevas centrales nucleares. A pesar de las críticas que el Macrismo realizó a las gestiones del gobierno anterior, recurrió al auxilio financiero de China mediante la ampliación de los acuerdos swap ya establecidos.

Finalmente, Bianco realizó un balance de cara al futuro. En primer lugar, destacó que la Argentina y China son “economías complementarias”. En segundo lugar, sostuvo que hay que aprovechar las inversiones que China está proponiendo efectuar en el marco de su estrategia global de la Nueva Ruta de la Seda. Tercero, afirmó que es sumamente necesario para la Argentina sostener y aumentar el financiamiento chino y, en ese sentido, recalcó que es importante pensar en China como la llave hacia una industrialización vía matriz energética, incentivando las inversiones en shale oil, shale gas y minería, al igual que en fuentes de energía renovable. En términos de comercio, llamó a recuperar la visión de apertura de mercados propiciada por China durante el Kirchnerismo, mientras en lo que respecta a auxilio financiero, alentó a continuar con los acuerdos swap y a pensar en la posibilidad de emitir deuda en yuanes. A modo de cierre, aseveró: “Hay que volver a tener una relación estratégica con China”.

La exposición de Pablo Nemiña versó acerca de la política financiera de China. Al respecto, destacó que el país asiático ha generado, paulatinamente, un cambio en la gobernanza financiera internacional. En lo que respecta a la reforma del sistema financiero global, Nemiña sostuvo que el accionar de China ha tenido ciertos “hitos”, que tuvieron inicio con el rol que cumplió en la crisis asiática de 1997, donde, contrario a las expectativas, supo acompañar y brindar ayuda a los países afectados. Posteriormente, China demostró un papel activo en pos de la reforma de la distribución de los votos en los organismos financieros internacionales, es decir tanto en el Banco Mundial como en el FMI. Sin embargo, dados los “tibios” resultados alcanzados en términos de una distribución más equitativa del poder en el sistema financiero internacional, los países emergentes, incluida China, iniciaron un proceso de gestión de acuerdos de financiamiento ad-hoc, entre los que se destaca la Iniciativa Chiang-Mai que, entre otras cuestiones relevantes, logró que el FMI dejara de ser el recurso financiero de los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés). A esos hitos se suma el establecimiento del Acuerdo Contingente de Reservas de los BRICS.

Además de los ejemplos mencionados, Nemiña destacó el activo papel que China está cumpliendo en el sistema financiero global actual, mediante la concreción de iniciativas de financiamiento a corto y largo plazo. En cuanto a la primera, resaltó los acuerdos swap, que, a la fecha, suman 35 en el mundo. La diferencia que posee esta iniciativa es que China pone yuanes a disposición de los países con los que firma los acuerdos; de esa manera, avanza un paso más en el objetivo de internacionalizar su moneda. En lo que respecta a las iniciativas de financiamiento a largo plazo, resaltó cuatro hitos que, hasta el momento, están modificando el mapa financiero global, a saber: la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura que, a su vez, sirve como plataforma de financiamiento de la Nueva Ruta de la Seda; el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS; la estrategia global de la Nueva Ruta de la Seda; y la internacionalización del yuan o renminbi.

Para finalizar, Nemiña efectuó un balance de los limitados avances alcanzados en términos de integración financiera en América Latina durante las últimas dos décadas, y señaló que ese escenario habilita una mayor vinculación con China como proveedora de créditos, sobre todo, mediante los acuerdos swap y la inminente inclusión de los países latinoamericanos en los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda.