Eduardo Basualdo: “Hay una disputa por la definición del modelo de país”

Tiempo Argentino
Fecha de publicación: 10 de noviembre de 2013
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Eduardo Basualdo: “Hay una disputa por la definición del modelo de país”
A propósito del lanzamiento de un nuevo libro, explica por qué define como “nacional y popular” al gobierno kirchnerista y las alianzas que le han permitido resisitir la oposición del bloque hegemónico anterior a esta década.

 

La disputa por la definición de fondo de un patrón de acumulación alternativo o regresivo se da en estos últimos años, estamos en plena disputa de esta construcción”, asegura Eduardo Basualdo, economista, investigador del CONICET y hasta hace escasos meses director en la YPF con mayoría estatal. Durante una entrevista con Tiempo Argentino en ocasión de una nueva reedición de su clásico Estudios de Historia Económica Argentina, analizó la década kirchnerista, pasó revista a las pujas entre los distintos sectores económicos y los desafíos a futuro.

–Esta semana se dieron a conocer documentos de la época de la dictadura, entre ellos uno redactado por los banqueros que delineaba un proyecto para la conducción cívico-militar, que pone de relieve el entramado del bloque de poder de la dictadura. ¿Cómo estaba constituido?

–Efectivamente, el bloque de poder que se inaugura con la dictadura tiene que ver con fracciones del capital interno y externo que van a poner en marcha un nuevo patrón de acumulación e interrumpir la industrialización del país. Estaba compuesto por los grupos económicos locales y el capital financiero internacional. Era un bloque de poder donde la hegemonía la tenía la fracción interna y no el capital financiero internacional. Esta es una característica económica importante. La valorización financiera, la sustitución de importaciones y el modelo agroexportador fueron creaciones que impulsaron distintos bloques y alianzas sociales desde el Estado.

–¿A qué grupos locales se refiere?

–Los grupos que en general se conocieron e irrumpieron en la escena pública a partir de las privatizaciones: Pérez Companc, Techint, Grupo Bemberg, Bunge & Born. Los que no eran tradicionales y se van a consolidar a partir de la dictadura, como Macri y Roggio, actual concesionario de los subtes del cual uno se acuerda cotidianamente.

–Usted se refiere a la década  kirchnerista como un modelo “nacional y popular”. ¿Qué es exactamente ese modelo?

–Me parece que un rasgo fundamental de un gobierno nacional y popular es que cuestiona el tipo de dominación que se encarnaba en el patrón de acumulación anterior. No toda la dominación, sino ‘ese’ tipo de dominación. Eso es lo que hizo el peronismo con el modelo oligárquico exportador. Esta es la característica de un gobierno nacional y popular. No es que haya bombos y movilizaciones, en realidad esas son expresiones políticas y sociales.

–¿Cuáles son las medidas del kirchnerismo que cuestionan el tipo de dominación anterior?

–Hay grandes medidas que cabalgan en la viabilidad económica, social y política de la Argentina. Porque venimos de la mayor crisis que tuvo la sociedad argentina desde su conformación como Estado, que es la de 2001-2002. No son medidas clasistas sino de emergencia, sientan las bases para empezar a discutir la cuestión. En ese sentido se inscribe la renegociación de la deuda externa con la quita, etcétera. Es una cuestión que hace a la viabilidad básica de la sociedad argentina. Hay otro tipo de medidas que son las que imprimen carácter a un proyecto, por eso hablaba del conflicto del agro y del primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2008, como definiendo el carácter nacional y popular. Conflictos con Clarín, con el agro, y ahí se producen las medidas que conocemos: estatización de las AFJP y la administración de los fondos jubilatorios por parte de la ANSES; la Asignación Universal por Hijo. Lo del sistema jubilatorio es un avance sustancial, al igual que lo del Banco Central, la estatización del paquete mayoritario de YPF, el decreto sobre la planificación energética que le da al Estado la facultad de definir las inversiones, exportaciones y producción.

–¿Qué alianzas conforman el bloque hegemónico de la década kirchnerista?

–En Argentina estamos muy acostumbrados a los análisis de las crisis y mucho menos acostumbrados a analizar las etapas de fuerte crecimiento económico. Y desde 2003 a esta parte hay más de una década de crecimiento económico significativo, incluso más elevado que en la década de mayor crecimiento económico anterior, que es el período que va desde 1964 a 1974. Cuando se compatibilizan por el fuerte crecimiento económico una alta tasa de rentabilidad con mejoras en la participación y en las condiciones de vida de los sectores populares, las pasiones se aquietan. No hay definiciones drásticas. De ahí el período intermedio hasta 2008, porque había crecimiento y eso aquieta las pasiones, nubla el entendimiento. Se ha prolongado en el tiempo y estamos en plena disputa por la definición de fondo de un patrón de acumulación alternativo o regresivo, que se suma a cuestiones que permanecieron en el tiempo como la crisis de representación lo que ha vuelto más enconada la pugna social por definir esta situación, con el horizonte de 2015. La etapa de profundización que se inicia a partir de 2008, con el conflicto agrario, abre un tiempo de disputa en la definición de un patrón de acumulación. Algunos de los rasgos están definidos, el problema es qué sector social predomina y conduce. Un ejemplo: el peronismo original tuvo dos etapas, una hasta el 52 y otra hasta el 55, aproximadamente. La primera etapa fue conducida por la clase trabajadora y la segunda por la burguesía nacional. Parte de esta disputa tiene que ver con la definición de la distribución del ingreso y ahí se ubica el proceso inflacionario, en un marco muy específico y diferente al que tuvo el proceso entre 2003 y 2007.

–¿Cuál es su diagnóstico sobre la suba de precios?

–Estamos en una etapa de una crisis mundial no resuelta, con epicentro en los países centrales y esto ha tenido indudables efectos sobre la economía argentina, sobre todo a través de los avatares que ha recorrido la economía brasileña. Esto implica también otro problema en términos de la actividad económica. La disputa entre capital y trabajo está instalada y en pleno movimiento, y una de las cosas que me parece destacable de la política económica de este gobierno es que aún con desaceleraciones muy marcadas como fue en 2009 y 2012, se ha mantenido la ocupación y, en términos generales, la participación de los asalariados en el ingreso. Esto rompe una larga tradición. Entonces, tenemos una disputa en términos de cómo se define la distribución del ingreso por un lado, y por otro lado una disputa del sector empresario entre los sectores oligopolios y los menos concentrados de la economía argentina. Una de las características sobre la cual no hay disputas entre ortodoxos y heterodoxos es que los sectores monopólicos u oligopolios tienen la capacidad de fijar precios. Tienen rentabilidades más altas y producen menos que el óptimo. En estas etapas de disputa, quienes mayor incidencia tienen en la fijación de precios del ritmo de inflación en Argentina son los sectores más concentrados.

–¿Qué sectores por ejemplo?

–Automotriz, siderurgia, varios mercados de productos alimenticios. La economía argentina –y es uno de los temas pendientes– tiene un alto grado de concentración, un alto grado de concentración del capital y un alto grado de extranjerización de la economía, inédito, y esto es un elemento que cuenta en la inflación pero también en el horizonte de los deberes pendientes de las líneas a profundizar. «

Un académico comprometido

Eduardo Basualdo es licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina (UCA); investigador de carrera del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); investigador principal y coordinador del Area de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y director del Programa de Investigación sobre la Propiedad Rural y la Producción Agropecuaria en la provincia de Buenos Aires.
Además integra el Instituto de Estudios sobre Estado y Participación (IDEP) de la Asociación de Trabajadores del Estado, es miembro de la Comisión Directiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), así como también del comité editorial de la revista Realidad Económica. También es profesor en cursos de postgrado en FLACSO y consultor externo de la OIT y CEPAL.
Entre abril de 2012 y junio de 2013 integró el directorio de la petrolera YPF.
Entre su obra escrita se cuentan Acerca de la naturaleza de la deuda externa y la definición de una estrategia política, editada en 2000; El nuevo poder económico en la Argentina de los ochenta (en coautoría); y Deuda Externa y poder económico en la Argentina (1987); entre otras numerosas producciones.

“Hay un sector que presiona por la devaluación”

Durante la entrevista con Tiempo Argentino, el economista Eduardo Basualdo opinó sobre uno de los temas de mayor debate en el país: el de las presiones de los sectores concentrados para modificar de una manera violenta el tipo de cambio.

–¿Hay un sector del establishment que propicia la devaluación?

–Siempre hay un ala del establishment que propugna una devaluación, la eliminación de las retenciones, etc. Eso es tradicional en la Argentina, donde hay un sector que tiene ventajas comparativas naturales y es exportador, y ha sido el fundador del Estado moderno argentino. Y siempre hay un núcleo duro que está conformado en primer término por los grandes propietarios del sector agropecuario pampeano. En los procesos actuales ha habido transformaciones en el agro pampeano que tienen múltiples características, entre ellas el nuevo paradigma productivo del agro pampeano que es la producción de soja. Ese nuevo paradigma, para la discusión que nos ocupa ahora, el tema de la devaluación, históricamente, fue una reivindicación de la zona pampeana: “Nosotros somos quienes competimos, traemos dólares y nos viven sacando para subsidiar a los gronchos o a otros sectores.” El tema interesante de la soja es que implica para la oligarquía agropecuaria argentina romper las fronteras de la Pampa húmeda, por eso fue un conflicto nacional el de 2008, porque rompe con una visión meramente pampeana, está en otras provincias; en Chaco, donde la soja desplaza al algodón. También en Salta. Además, se proyecta regionalmente. Productores sojeros argentinos actúan en Bolivia, producen en Uruguay, hay una expansión geográfica que hace que estas reivindicaciones, por ejemplo devaluatorias o de oposición a las retenciones, tengan ya no un carácter sectorial o corporativo vinculado a las asociaciones de la Pampa húmeda, sino que es también nacional.