El FMI sigue igual: apenas hay cambios cosméticos en sus programas de ajuste
El FMI sigue igual: apenas hay cambios cosméticos en sus programas de ajuste
Por Adrián Navarro.
Participa Pablo Nemiña, investigador del Área de Relaciones Internacionales de FLACSO.
Publicado en suplemento iEco del diario Clarín, 26 de junio de 2016.
Acceder a la nota de origen
El FMI sigue igual: apenas hay cambios cosméticos en sus programas de ajuste
El organismo mantiene sus politicas ortodoxas. Un trabajo interno abrió algunas esperanzas sobre cambios en los puntos de vista del organismo. Pero todo sigue igual.
Desde el equipo de investigaciones del FMI se publicó, a fines de mayo, un documento donde afirman que los beneficios de la libertad de movimientos de capitales y la austeridad fiscal, ambos definidos como componentes clave de las políticas ‘neoliberales’, “parecen haber sido un poco exagerados”, y además se señala que los dos pueden incrementan la desigualdad, por lo que atentan contra el crecimiento económico. El texto se interpretó como un “giro” en la entidad, pero especialistas señalan que en realidad la publicación no representa ningún cambio drástico del organismo.
El documento, realizado por Jonathan Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri, causó impacto –y asombro– a nivel internacional, y hasta el economista jefe del FMI, Maury Obstfeld, salió a señalar que se trataba más bien de un “un proceso de evolución y no de revolución” de los fundamentos económicos, y que se había “malinterpretado” el contenido de la publicación. “El shock producido por la crisis financiera llevó a un amplio replanteamiento de la política macroeconómica y financiera en la comunidad académica global”, argumentó.
Pero, ¿qué hay de detrás de estas afirmaciones de parte de un organismo que se ha caracterizado por defender las políticas económicas ortodoxas?
Expertos consultados por iEco indicaron que el reconocimiento de dos aspectos del neoliberalismo “que no funcionaron como se esperaba”, no es nuevo en la agenda del FMI, sobre todo a partir de la crisis financiera de 2008. Pero sí es novedosa la incorporación del término ‘neoliberalismo’. “El FMI le escapaba al término. Que ahora reconozca que hay un set de políticas y que además no es perfecto, es importante, sin embargo es una crítica corta”, sostuvo Pablo Nemiña, investigador del Conicet, de la UNSAM y FLACSO.
Según explicó, el organismo tuvo una participación muy destacada en la economía de América Latina, que es el continente en cual más intervino. Noemí Brenta, economista, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires, recuerda que también pisó fuerte en la Argentina, en donde durante los 50 años que fueron desde el ingreso de nuestro país al organismo hasta el pago total de las deudas –entre 1956 y 2006– se estuvo 38 años bajo acuerdos con la entidad. Nuestro país llegó a ser “el mejor alumno” del Fondo en la década del 90. “La institución fue sin duda corresponsable del estallido de la crisis de 2001”, agregó Nemiña.
Desde el derrumbe financiero de 2008, el FMI enfocó su actividad principalmente en Europa del Este, y en Latinoamérica ha vuelto a intervenir en algunos países del Caribe, con préstamos de bajo monto pero altos en términos relativos; y en México y Colombia, a través de una línea de crédito flexible, que no tiene condicionalidades tradicionales, pero sí se deben cumplir requisitos anteriores para acceder.
“No hay un cambio significativo en el FMI, que desde la crisis financiera de 2007/8 viene desplegando una especie de incoherencia productiva: dice que cambia, pero las condicionalidades que impone expresan mucho menos este cambio”, expresó Nemiña.
“La nota de Ostry y otros refleja el doble discurso habitual del FMI, su única novedad es el término ‘neoliberal’, usado generalmente por los críticos de las políticas que sueltan zorros en los gallineros y luego fingen dolor por la inequidad”, afirmó Brenta.
Según explicó Nemiña, hay dos factores que contextualizan la publicación del FMI: uno estructural, determinado por la crisis de 2008, y otro coyuntural, que refiere a una renovación del acuerdo por la deuda de Grecia, para que incluya una refinanciación con una quita, una extensión en el plazo, y un ajuste fiscal más chico en el corto plazo. “En esos dos sentidos se debe interpretar esta nota: vamos a aflojar en las condicionalidades”, indicó el investigador.
Pero es difícil que estos cambios se conviertan en implementación de políticas, ya que “existe la influencia de las potencias, y el propio staff del FMI, que son mucho menos permeables a estas miradas”, explicó el especialista.
Para el economista e investigador Claudio Katz, el organismo “busca con ese tipo de afirmaciones recuperar alguna legitimidad, luego de los desastres que comandó en el pasado”, pero “en los hechos no hay nada, no hay ningún giro del FMI”. “Todos los anuncios de regular el sistema financiero, penalizar a los hedge funds, impedir comisiones elevadas, o limitar las operaciones oscuras, quedaron en nada”, aseguró.
Es que desde que explotó la crisis financiera en 2008 hay una tensión en la entidad entre el departamento de investigaciones, que es más flexible, y las áreas de implementación de políticas.
Si bien hubo algunos cambios, como la eliminación de algunas condicionalidades que implicaban un seguimiento trimestral, Nemiña indicó que la orientación ortodoxa de sus recomendaciones de política macroeconómica muestra continuidades en los aspectos esenciales.
“La realidad es que los programas del FMI siguen siendo tan ortodoxos, invasivos y opuestos como siempre de los intereses nacionales, del crecimiento de largo plazo y del empleo”, evaluó Brenta, y agregó que “esto se ve en todas las geografías”.
El texto del FMI especifica que solo pueden ser menos drásticos con la austeridad aquellos países cuya deuda goza de la confianza de los mercados de capitales, que son “Alemania, Estados Unidos y el Reino Unido. Los demás países, dice el documento, no tienen más remedio que seguir con la austeridad”, resaltó Brenta.
Para la especialista, en los programas del FMI “campea la reducción del Estado, la primacía de los intereses del sector privado en los servicios públicos, la educación, la salud” y “la guerra al nuevo enemigo fiscal: los jubilados, que para el FMI viven demasiado y representan una carga imposible de sostener en las actuales condiciones”.