El génesis del tango, entre el prostíbulo y la política

Noticia publicada en El Suplemento Cultura de Milenio, México

13 de abril de 2014

Por Xavier Quirarte

El origen del tango no es popular, afirma el músico y filósofo argentino Gustavo Varela. Es resultado “de un margen moral que establece la sociedad de su tiempo, hacia 1880. En sus orígenes es prostibulario: la cantidad de prostíbulos que hay en Argentina es enorme. Hay 14 templos, 200 escuelas y seis mil prostíbulos”.

Habla el autor del libro Mal de tango (Paidós, 2005), en el que, desde la perspectiva de la filosofía de Michel Foucault, analiza la historia de esta música en paralelo con la historia política de Argentina. Varela coordina el curso de posgrado Historia Social y Política del Tango Argentino, que la sede Argentina de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) imparte de manera virtual.

Varela dice que el género “nace de manera contemporánea al Estado moderno argentino. Aunque las fechas no son fijas, digamos que en 1880 hay una discontinuidad política y emerge una nueva realidad con una apertura distinta hacia el mundo, producto de la distribución internacional del trabajo y de las relaciones internacionales. Esto hace que en Argentina aparezca una concepción de Estado que antes no existía, que haya una apertura a la inmigración muy fuerte, y la transformación de Buenos Aires en una ciudad cosmopolita”.

El investigador añade que “además de los prostíbulos, en esa época se habla de sexo en los diarios anticlericales y en los discursos de la criminalidad, hay  fotografías de travestis —que eran conocidos como ‘invertidos’— y discursos respecto a las anomalías sexuales. Se habla de sexo en las novelas y también en el tango”.

Este origen prostibulario “deviene en el tango-canción, un canto doloroso. Es el canto de un hombre abandonado por una mujer, un canto que conduce a una nostalgia. Esto únicamente se entiende si uno analiza el proceso que vive la Argentina entre 1880 y 1910 y lo que significó la transformación de la población bajo dos aspectos: un aspecto moral y otro patriótico”.

En 1884 se sanciona una ley que obliga a todos a acceder a la escuela primaria, indica Varela. “Los inmigrantes italianos, españoles, los argentinos pobres, todos van a la escuela. Muchos de los hijos de los inmigrantes, que son lo que escriben las letras de los tangos, tienen un fuerte espíritu patriótico. Muy pocos de ellos regresan a su país, y entonces hay un asentamiento que produce la cultura del tango”.

Fue un género muy popular, pero a partir de 1955 deja de serlo: “Era un fenómeno que, por lo menos, había tenido 20 o 25  años de popularidad: había programas de radio y películas de tango. Se dice: ‘ingresó el rock’, pero eso no alcanza a derribar el mundo que había construido el tango. Lo relaciono con la emergencia del tango de vanguardia, que en este caso son Astor Piazzolla, Eduardo Rovira y otros tipos de esa época, y que coincide con la desintegración del mundo peronista”.

La caída del peronismo en 1955 provoca una resistencia al tango tradicional, asegura Varela: “Surge la vanguardia, la apertura al mundo. Argentina ingresa al Fondo Monetario Internacional en 1956 e ingresa la cultura estadunidense de un modo muy potente. Eso abre el país a un mundo cultural que el peronismo había detenido como un dique, no porque no hubiera relaciones con Estados Unidos, pero en términos de cultura se financiaban obras de teatro y los actores nacionales participaban en películas de corte nacional”.

Desaparece la comedia musical porteña “e ingresa la comedia de Hollywood. El cine tiene su crisis más grande y hay una apertura al cine de Estados Unidos, surge una nueva cultura. Además está el rock: el tango queda para los viejos, los jóvenes se van por otro lado”.

El enfoque, dice Varela, “es desde una perspectiva de la historia política. Se trata de comprender que lo que ocurre en determinado momento en la música está vinculado a la historia política. Esto permite una comprensión más integral del tango”.

LA IDENTIDAD Y EL ALMA

Al tango se le ha querido ver como signo de identidad argentina. Curiosamente, comenta Gustavo Varela, “los que plantean la identidad del tango son aquellos que originalmente lo rechazaron, que  son los nacionalistas. Ellos que decían que era ‘reptil de lupanar’, como afirmaba Lugones, o que era una ‘música cosmopolita horrible’, como señalaba Gálvez en 1920; con muchas reticencias lo van aceptando y comienzan a discutir su relación con el espíritu nacional. Esto es porque tiene éxito: ya estaba Gardel, que filmaba películas y las llevaba por el mundo. Se conoce a Argentina por el tango”.

Para el investigador, “es bastante oscuro relacionar el alma del argentino con el alma del tango, pues es una experiencia cuyo origen está en Buenos Aires, que después se va a la provincia, pero no es de esas ciudades. En muchas partes fue un fenómeno de coyuntura y no entienden el tango como su producción de identidad. Hoy, después de tantos años de psicoanálisis, nadie se anima a decir, como el tango, vengo vencido a la casa de mis viejos. El tango no es parte de la identidad de la juventud actual o de los sectores populares, que mejor escuchan cumbia”.