“El uso de las redes y la politización son inevitables”

Publicado en Miradas al sur
Domingo 15 de Junio de 2014
Por graciela pérez
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“El uso de las redes y la politización son inevitables”

Luis Alberto Quevedo dice que en Brasil 2014 se incentiva el uso de las redes sociales y que las protestas sociales van a seguir promocionándose también en Internet porque a cuatro meses están las elecciones presidenciales. Además, se alegra de que la Selección Nacional haya sostenido antes del Mundial, en el amistoso frente a Eslovenia, una pancarta reclamando la soberanía argentina en Malvinas.

– ¿Cómo observa el fenómeno de las redes sociales en un megaevento como es una Copa del Mundo?

– El Mundial tiene un espesor que depende mucho del modo en el que el periodismo encuentra elementos que son narrativos. Contar las historias que forman parte del clima del Mundial, ver cómo la sociedad brasileña lo toma, describir las intimidades de los jugadores, de las selecciones. Nada de esto es reciente, ya se dio en varios mundiales. Ahora, es cierto que en este mundial se incentiva más que de lo que uno podía imaginar el uso de las redes sociales. Lo novedoso es que las redes posibilitan que muchos puedan sacarse una foto con un jugador, enterarse de algún chisme o estar en el momento en que una selección llega al aeropuerto. Todo se sube rápidamente a Facebook o Twitter. Dentro de la Selección Nacional, el mejor tuitero es el Kun Agüero, porque se saca fotos de escenas que no son visibles de otro modo. Eso forma parte de este espesor que los medios luego replican. Pero es un mundo que tiene mucho que ver con los usos y las prácticas que tienen los ciudadanos antes de algún evento.

– Las protestas que se mostraron a través de las redes sociales lograron llegar a miles de hogares. ¿Las redes se convirtieron en una nueva herramienta política?

– Brasil vive este Mundial rodeado de reclamos sociales, donde los ciudadanos convocan a movilizaciones o informan de determinados eventos a la prensa. Hay que pensarlo no sólo desde el punto de vista comunicacional, sino que también hay en el medio una virtual campaña electoral en la que se dirime la presidencia. Tanto las demandas, como el uso de las redes y la politización del Mundial son inevitables. Igualmente, esto ocurriría en cualquier lugar del planeta, sólo que en Brasil existe el componente de lo que fueron las denuncias sobre el gasto. Las redes funcionaron más como aglutinamiento que como denuncia. Hasta ahora, la intensidad ha sido baja y los brasileños están más interesados en el evento deportivo.

– ¿Hay una nueva cultura de la comunicación en la que el televidente pasa a ser un sujeto que interactúa?

– El Mundial no es un lugar donde vayamos a ver ese tipo de fenómenos. Lo podemos detectar claramente en el comportamiento del ciudadano-consumidor frente a las nuevas tecnologías: quiere tener el último teléfono para estar conectado, pero cuando ve un evento importante pretende el plasma de 42 pulgadas. El hincha de fútbol desea ver una muy buena transmisión de los partidos y que el director de cámaras muestre detalles, expresiones, jugadas. El televidente se entrega a la lógica de una buena cobertura. Quiere conectarse con lo que pasa en la cancha y vivirlo con la mayor nitidez. La interacción va a ser residual.

– En Brasil, quisieron prohibir la entrada de tablets y cámaras a los partidos. ¿Qué sentido tiene esta medida?

– Cada ciudadano entra con un teléfono celular que tiene una cámara y puede transmitir lo que está viendo, pero lo que puede captar no compite para nada con el mundo de la televisión. La FIFA es una multinacional voraz y preocupada por el negocio del merchandising que exigió una zona liberada de un kilómetro a la redonda en cada estadio, para tener sus propios negocios. La persona que lleva una tablet, filmadora o teléfono busca guardar un recuerdo para sí mismo y, a lo sumo, lo sube a YouTube. El espectador que quiera ver un buen registro de un partido nunca va a ir al teléfono celular de un ciudadano común, más bien va a ver las grandes cadenas de televisión.

– En el seleccionado italiano está prohibido que los jugadores se expresen a través de las redes sociales. ¿Es censura o reparo para que no se filtre información?

– No creo que sea censura, pero sí me parece inútil. Dudo mucho de la capacidad de sanción frente a eso. Si un jugador quiere enviarle una foto a su esposa y su mujer la cuelga en Facebook, no hay manera de censurarlo y mucho menos de sancionarlo. Son estertores que siempre existen y que tienen que ver con el control de las imágenes.

– ¿Se puede controlar el contenido de las redes?

– No, son incontrolables. En las redes se dan batallas importantes porque hay hackeos, acciones políticas, empresariales, movimientos sociales. De ahí a imaginar que hay un poder central o hacer un seguimiento de lo que ocurre en las redes son intentos fallidos desde el origen. Siempre hay un poder que quiere apoderarse de las imágenes y las palabras. Google es el mayor controlador de las redes en el mundo, nos puede espiar sin que no­sotros podamos demandarlo.

– En el partido amistoso frente a Eslovenia, el seleccionado nacional posó junto a una pancarta que reclamaba por la soberanía de Malvinas. En las redes sociales de Gran Bretaña hubo repudio por eso. ¿Por qué la FIFA no puso objeción?

– Julio Grondona lo autorizó. Entendió que no se trataba de un hecho político que pudiese manchar un acontecimiento deportivo, sino que era la expresión de una selección que acompañaba al pueblo argentino. Los ingleses siempre se van a enojar por los reclamos argentinos, pero el seleccionado mostró la pancarta en su propia casa y frente a su gente e Inglaterra no puede censurar la palabra argentina. Hizo bien la AFA en permitir ese cartel y me alegró mucho que los jugadores lo hayan llevado. Es importante para la Argentina decir, en todo momento que pueda, que las Malvinas son argentinas.