Futuro del trabajo y cuidados en tiempos de pandemia

Por Ana Miranda, coordinadora del Área Sociedad y Vida Contemporánea.

 


Al comienzo de la cuarentena pensé en escribir sobre cuidados y futuro del trabajo, pero no tuve tiempo de hacerlo: me toco ir a lavar los platos.

Hace algunos años, un ministro de economía “mandó” a una reconocida y querida colega a lavar los platos. El mensaje, que luego fue re-interpretado por la comunidad científica como metáfora de las políticas de orientación neoliberal, escondía un sesgo de género, “mandaba a la cocina” a una socióloga mujer[1]. Años después y en el contexto de una nueva corriente neoliberal, los debates sobre el “futuro del trabajo”, y sus efectos en la cantidad y calidad de los empleos, interpelaron a la comunidad académica y organismos expertos, sobre todo Naciones Unidas (OIT).  La discusión global se expandió a partir de la publicación del artículo de Frey y Osborne en 2013 “El futuro del empleo: que tan susceptibles son los trabajos a la computarización” (traducción propia), en donde se propuso una fórmula para medir la pérdida de empleos que podría producir la digitalización, con un método que fue luego probado por un equipo dirigido por J. Weller en CEPAL para América Latina (2019).

El debate sobre el futuro del trabajo fue contemporáneo a la consolidación de la denominada 4º ola del feminismo, y a la expansión del movimiento “Ni una menos”[2] en nuestro país. En un contexto donde la desigualdad de género comenzó a ocupar un lugar central en la opinión pública, interpelando a nuevos sectores sociales. Como parte de estas corrientes, la economía feminista cuestionó la reducción del trabajo humano a la noción de empleo, así como la conceptualización del mercado laboral como esfera excluyente de la actividad económica. Y en base al análisis de la organización de las tareas que garantizan la reproducción ampliada de la vida (RAV), mostó evidencias de que la distribución de las responsabilidades sobre las tareas de cuidados explica una parte significativa de las desigualdades económicas y sociales contemporáneas (Rodriguez Enriquez, 2012).

Un estudio  de la UNI[3] que analizó la digitalización con perspectiva de género profundizó en los fenómenos con mayor impacto entre las mujeres. Entre los positivos, hizo referencia a un mayor equilibro entre las obligaciones laborales y la vida personal a partir del mantenimiento de horarios flexibles; una mayor inversión en formación y aprendizaje permanente; y a una mayor demanda de habilidades digitales. Entre los negativos, la ampliación de la brecha tecnológica y segregación de trabajadoras poco calificadas. Dado que los aspectos negativos son innegables, quisiera ahora referirme a los positivos, utilizando como ejemplo este gran experimento social que tenemos al alcance: la cuarentena obligatoria COVID-19.

¿Qué podríamos decir del equilibrio entre vida personal y laboral en estos días? Frente a la ausencia de servicios (educativos, de alimentos preparados, lavanderias, o cualquiera de aquellos de consumo privado o provisión familiar que acompañan la actividad cotidiana), sostener las exigencias laborales, las actividades de educación de les niñes, de cuidado de les adultes, y las tareas domésticas es prácticamente imposible, sin volverse loca/o.  Basta con ver les niñes circulando alrededor de los rudimentarios puestos de trabajo caseros de estos días, interrumpiendo con varias preguntas sobre las tareas, o con alguna travesura para llamar la atención.

¿Qué podríamos decir de la flexibilización de los horarios? Hace ya un tiempo que las encuestas sobre el “uso del tiempo” están brindando evidencia sobre el gran número de horas de trabajo de las mujeres, en donde se agrega la carga laboral del empleo a las tareas domésticas, en jornadas interminables que afectan más intensamente a aquellas que no pueden acceder a los servicios de mercado por menores salarios. Se podría argumentar que, hace tiempo que los horarios para las mujeres están flexibilizados a la “suba”, por decirlo de algún modo, y que la novedad de la pandemía es que pone esta situación a la vista en camaritas caseras de trabajadoras que pudieron “digitalizarse”.

Por último, ¿qué podemos reflexionar sobre la capacitación permanente? ¿Es posible capacitarse en el marco de la exigencia de la carga laboral y doméstica cotidiana? En principio, parecería que no, que la educación necesita un ámbito y un tiempo particular -que ya sea en medios virtuales o presenciales-, del que debe disponerse.  Lo mismo podría pensarse sobre las habilidades digitales: pueden éstas adquirirse sin contar con los medios suficientes? En estos días, M. Narodowsky escribió sobre la hiper exigencia a la que están sometidas/as docentes en la pandemia, dando cuenta de la desigualdad en el acceso a la tecnología entre niños/as y adolescentes y trabajadores/as de la educación  frente a los recortes de los programas de provisión de computadoras tales como “conectar igualdad”. Al tiempo que, llamó a la reflexión sobre las limitaciones de propuestas tecno-voluntaristas, convocando a tener un poco de calma en esta coyuntura caracterizada por la emergencia[4].

Es frecuente que la realidad supere la ficción, lo comprobamos día a día, en un contexto donde la segmentación social cobra aún mayor intensidad, la ausencia de servicios públicos golpea más a quienes más la necesitan, y en donde los patrones jerárquicos y estructurales de la división social y sexual del trabajo se agudizan. Pero también, donde se ha decidido priorizar la vida y donde quizás tengamos una nueva oportunidad de apoyar el desarrollo de un sistema integral de cuidados, trabajar sobre la revalorización de las tareas de cuidados, a tiempo de visibilizar el trabajo de las mujeres en la reproducción ampliada de la vida. Mientras tanto, no queda otra que seguir lavándose las manos, quizás los platos y porque no ir a ver qué están haciendo les chiques, hace un rato que no los escucho….

Referencias

Frey, C. B., & Osborne, M. A. (2013). The Future Of Employment: How Susceptible Are Jobs To Computerisation, University of Oxford.

Rodríguez Enríquez, Corina. 2012. “La cuestión del cuidado: ¿El eslabón perdido del análisis económico?” Revista CEPAL 106: 23-36. CEPAL: Santiago de Chile.

Weller J, Gontero S. y Campbell S. (2019): “Cambio tecnológico y empleo: una perspectiva latinoamericana. Riesgos de la sustitución tecnológica del trabajo humano y desafíos de la generación de nuevos puestos de trabajo”, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) serie Macroeconomía del Desarrollo, N° 201 (LC/TS.2019/37), Santiago de Chile https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/44637/1/S1900367_es.pdf.

[1] https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2222-2009-09-26.html

[2] https://elpais.com/sociedad/2019/06/03/actualidad/1559590094_787207.html

[3] https://www.uniglobalunion.org/sites/default/files/files/news/digitalization_-_sp.pdf

[4] https://www.infobae.com/opinion/2020/04/01/la-educacion-patas-para-arriba-un-llamado-a-la-calma/