Homenaje a Fidel

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Fidel Castro ha muerto. El mundo se estremece ante la noticia, estadistas de cinco continentes acuden a sus honras fúnebres, se reciben mensajes de destacados intelectuales; cientos de personas sencillas, de remotas regiones, colocan flores a su nombre en las embajadas cubanas. Incluso muchos de sus adversarios lo evocan con respeto. ¿Por qué  Fidel Castro provoca este impacto?

“El ser humano ha de ser el principio y el fin de todo esfuerzo por el desarrollo” declaró Fidel Castro el 12 de octubre de 1979, ante la Asamblea General de Naciones Unidas en su carácter de Presidente del Movimiento de Países no Alineados, expresando la profunda relación entre ética y política que caracterizó su pensamiento y su acción. Fidel desarrolló así el pensamiento revolucionario cubano de quienes le antecedieron desde el siglo XIX. Para el decidido antiesclavista José de la Luz y Caballero, “la justicia es el sol del mundo moral”. Carlos Manuel de Céspedes, culto y rico, inició las guerras de independencia dando la libertad a sus esclavos,  convocándolos  a seguirle  en su condición de hombres libres. Para José Martí, la independencia debía conquistarse para dar lugar a una república “con todos y para el bien de todos”. La Revolución dirigida por Fidel se inscribe en  la memoria del  sueño de José Martí,  considerado su autor intelectual.

La revolución promueve  desde 1959 una transformación profunda de las personas, las relaciones sociales, las instituciones y el país en su conjunto, que trasciende la historia anterior, en su proyección y en los cambios resultantes, no logrados como dádivas, sino con una amplia participación popular, factor decisivo en su éxito. Una de sus premisas fue la alfabetización, concebida y ejecutada por las generaciones más jóvenes, al igual que la defensa de la patria, mediante la organización militar del pueblo.  Fidel, con maestría pedagógica, impulsó una radicalización ideológica del sujeto popular que devino en conciencia socialista. Su discurso político, profundamente dialogal,  abarcó a toda la sociedad, con la transformación de la forma de ser y de vivir, y hacia una sociedad de hombres de ciencia.  Cuba se constituye como una potencia moral;  la primera conquista de la Revolución fue la dignidad. Y para lograrlo se enfrentó al más poderoso enemigo, el gobierno de los Estados Unidos de América, que no podía aceptar una revolución socialista en su entorno cercano.

Fidel fue sin dudas un estadista brillante, un guerrero triunfante, un David invencible ante el más poderoso Goliat. Pero la verdadera esencia de su impronta histórica, lo que le hace inmortal, es que su ideal de justicia abarcó a la humanidad toda, al más humilde de los ciudadanos del mundo, al más humillado de los pobres, al más indefenso de los oprimidos. Y para todos  promovió libertad, amor, dignidad y una vida verdaderamente humana.

Su proyección incluyó el apoyo a los movimientos de liberación nacional en el mundo subdesarrollado, a la lucha antiimperialista en Viet Nam, y a  la audaz  epopeya cubana en Angola, que dio lugar a la independencia de Namibia y asestó un golpe definitivo al apartheid sudafricano, hecho enfáticamente reconocido por Nelson Mandela. En el escenario  latinoamericano  la revolución contribuyó a los procesos, de soberanía nacional desde las luchas guerrilleras hasta Salvador Allende;  el pensamiento, el ejemplo y la guía  de Fidel son inspiración y apoyo para líderes como Hugo Chávez, Evo Morales y otros dirigentes de proyectos emancipatorios en la región. La coherencia del ideario ético de Fidel se plasma de forma medular en la solidaridad, concebida y ejecutada de forma permanente, en 1963, nació el internacionalismo de la salud con la primera brigada médica a Argelia, su continuidad se expresa como es conocido en proyectos como el  creado en 1998, para formar gratuitamente médicos de otros países, o en la brigada Henry Reeve y su lucha contra el ébola en África. Hay una similitud simbólica entre los programas que permiten recuperar la visión (la operación Milagro en colaboración con Venezuela ha devuelto o mejorado la visión a 2,2 millones de personas pobres de 34  países) y el acceso al conocimiento, la otra y verdadera forma de ver: Cuba ha contribuido a enseñar a leer y escribir a 6, 9 millones de  personas.

Emerge así la imagen de Fidel como líder del siglo XX y del XXI, y su nombre se une al de figuras como Bolívar, Martí y Ernesto Che Guevara, como un faro de luz para los pueblos de América y del mundo.

Fidel Castro ha muerto. Pero su desaparición física es el inicio de una nueva era, la multiplicación de su significado para Cuba, el redescubrimiento de su grandeza de gigante, la consolidación de sus valores, la ratificación de sus sueños. Una vez más el líder se integra en su pueblo, pero ahora su partida simbólica, en la misma fecha en que partió en el Granma, para liberar a Cuba, es hacia el futuro, hacia la eternidad. Durante el traslado de sus cenizas a lo largo de la isla hacia el destino final en Santiago de Cuba, se escucha el mismo clamor popular, gritan jóvenes, ancianos, niños: ¡Yo soy Fidel!