La formación docente, entre la urgencia y los nuevos horizontes

Inés Dussel, investigadora del Área Educación de la FLACSO Argentina, invitó a tomar registro y reflexionar sobre las prácticas de enseñanza durante la pandemia.
Publicado en Diario Capital, 9 de mayo de 2020.
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”La escuela es un espacio de encuentro que todavía no puede ser superado por una plataforma ”, señaló Dussel.

Virtualidad y emergencia, el aprendizaje no presencial y la continuidad pedagógica en tiempos de cuarentena fueron algunos de los ejes que abordó la pedagoga Inés Dussel en una videoconferencia realizada esta semana sobre “La formación docente hoy: entre atender la emergencia y pensar nuevos horizontes”. Allí invitó a docentes y estudiantes del magisterio a documentar las prácticas de aprendizaje y enseñanza que se desarrollan desde el inicio de la cuarentena y a desarrollar una mirada atenta a los escenarios que se abren. “Si hacemos todo eso, estas semanas van a estar ganadas para la formación y no va a ser para nada un tiempo perdido”, señaló.

Doctora en Educación y docente de Flacso Argentina, la charla de Dussel fue una invitación a pensar en la emergencia de estos tiempos, pero también en el “pasado mañana”. Es decir, comenzar a trazar horizontes posibles sobre el después de la cuarentena. “Aunque pase la pandemia y la amenaza del coronavirus, la sociedad no va a ser la misma y nosotros tampoco”, apuntó Dussel, quien para la charla se nutrió de interrogantes de profesores y centros de estudiantes de institutos de formación docente (IFD).

Virtualización abrupta

“Hay poco de digital en muchos contextos que siguen necesitando del formato impreso, la televisión o la radio. Y hay que ser conscientes que para tener una clase virtual hay que prepararla mucho antes, pensar los recursos, diseñar actividades para ayudar a que los estudiantes se apropien de los contenidos. Muchas veces son meses de preparación. Y después hay que dar la clase, hacer acompañamiento y sostener la cursada”, describió.

Frente a este escenario, para Dussel “lo que tenemos hoy no son, en la mayoría de los casos, aulas digitales”, sino que se está más cerca de “una educación a distancia, de mandar algunas actividades o lecturas”. En definitiva, “cierta continuidad de lo que hacíamos en la escuela presencial en un contexto diferente”.

“Hoy estamos instalados en un contexto de emergencia, lo abrupto llevó a que tengamos que improvisar e hicimos lo mejor que pudimos “


Hoy estamos más instalados en un contexto de emergencia y sin duda lo abrupto llevó a que tengamos que improvisar. No hay nada de malo en eso, hicimos lo mejor que pudimos. Aunque en las últimas dos semanas empieza a haber un poco más de calma, se están pudiendo armar planes institucionales de trabajo y más orden pedagógico”, destacó.

Por eso, para la investigadora el desafío radica en “sostener la continuidad pedagógica, asumiendo que hay condiciones diferentes y no hacer de cuenta como si no hubiera pasado nada”. Invitó entonces a no preocuparse tanto en tomar asistencia en el Classroom de Google —”no sé si es exigible la presencia a nivel virtual cuando no todos pueden acceder”, reflexionó—, y en todo caso centrar la mirada en ver qué pasa con los que no pueden conectarse.

Frente al planeo de estudiantes de institutos de formación docente respecto de las limitaciones de las clases no presenciales, sostuvo: “La clase presencial tiene aspectos irreemplazables, la escuela es un espacio de encuentro que todavía no puede ser superado por una plataforma que distribuye conocimientos y diseña actividades. La escuela es un espacio de encuentro con otros, con otros lenguajes, historias y formas de preguntarse. Y con docentes que nos ayuden a alzarnos sobre nuestros hombros e ir un poco más lejos de lo que podríamos ir solos”. No obstante, dijo que “hay que ver cuáles son las condiciones que tenemos hoy” y que “parte de la responsabilidad pedagógica es tratar de hacer lo mejor que se pueda en este contexto”. Porque “la continuidad pedagógica tiene que intentar sostener la escuela por otros medios”.

“Hay experiencias en América Latina de mejores o peores clases virtuales, hay modos de ir de un soporte a otro. Por eso vale la pena que las pongamos en el centro de la formación, porque los futuros docentes van a trabajar en sociedades cada vez más digitalizadas. Entonces está bien que nos formemos en eso”, planteó la educadora.

Propuso que este contenido sea tomado en todas las disciplinas, pero también en espacios curriculares más específicos, a fin de entender también el funcionamiento de las plataformas, qué significa que sea Google el que provea información, cómo son sus algoritmos, cómo condicionan ciertas formas de escritura y oralidad, los lenguajes estéticos y la forma de producir y circular conocimientos. “Hay muchas situaciones que tenemos que traer al currículum, que afectan a todas las disciplinas, al espacio de las prácticas y cómo pensamos hoy una buena clase”, dijo.

Dussel sostuvo además que hoy la preocupación de los pedagogos debe pasar por construir buenas preguntas y criterios de observación, para saber qué se pudo hacer en los nuevos espacios pedagógicos. Pero para ello, aseguró que hace falta desarrollar “una escucha atenta mucho más sutil y sensible, y tomar estos meses como objeto de trabajo, con preguntas genuinas, no tanto de ver en qué se equivocaron (los alumnos), sino hasta dónde llegaron”.

Por eso, invitó a profesores, directivos y estudiantes de los institutos de formación docente a registrar y documentar las clases mediante diarios, podcast, videos o blogs: “Tenemos un campo interesantísimo de prácticas docentes en todos lados. Si registramos, documentamos y miramos con cuidado esos nuevos entornos sociotécnicos vamos a entender qué podemos y qué no podemos hacer. Y entonces imaginar otros apoyos o atajos. Si hacemos todo eso, estas semanas van a estar muy bien ganadas para la formación y no va a ser para nada un tiempo perdido”.

Continuidad pedagógica

Otro punto que abordó Dussel fue el referido a la continuidad pedagógica en un sentido profundo “del encuentro con el otro y con otros lenguajes e historias”. Por eso, dijo que el desafío es que los estudiantes de los IFD “desarrollen una autonomía intelectual y afectiva de acercarse a materiales, para ir construyendo una voz propia en diálogo con la de otros”.

Para Dussel, si bien hay un aprendizaje de base, la formación docente no se termina nunca ni está “encapsulada en cursos o diplomas”, sino que se da “en el repensar lo que hacemos con otros, en colectivos, en estudiar, mirar, ensayar, probar ideas y producir cosas”.

“La formación docente —agregó— tiene que atender la urgencia sin olvidarse de los horizontes de largo plazo, no solamente para evitar el colapso sino para vivir mejor esto que nos toca”.

Hoy estamos instalados en un contexto de emergencia, lo abrupto llevó a que tengamos que improvisar e hicimos lo mejor que pudimos”.