La inclusión educativa en el nivel medio

Publicado en el Diario La Nación, lunes 10 de marzo de 2014

La escuela secundaria ha sido desde hace décadas la que ha convocado más críticas, pero también proyectos renovadores para lograr un crecimiento en la matriculación, entre otros propósitos. Centrando el análisis en la cuestión socialmente tan significativa de acceder a metas de mayor inclusión educativa, ha sido la ley nacional 26.206 la que puso esa aspiración como objetivo concreto al establecer la obligatoriedad de la enseñanza media, porque la finalidad de la escuela secundaria es habilitar a los adolescentes y jóvenes “para el ejercicio pleno de la ciudadanía, para el trabajo y para la continuación de los estudios”.

La obligatoriedad así proclamada resulta en la práctica un logro todavía hoy distante de alcanzar. Entre otras urgencias, se requieren diversos avances de carácter social, institucional, jurídico y pedagógico, sin los cuales no se podrán superar situaciones o condiciones urbanas y rurales de nuestro extenso país, que dificultan que se aumente la matrícula y permanencia de alumnos del nivel medio, más otro en calidad educativa.

En una publicación de la Campaña Argentina por el Derecho a la Educación, Daniel Pinkasz, investigador independiente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), ha tratado los planes de mejora institucional de la escuela secundaria como herramientas de la inclusión educativa. El problema central analizado en ese trabajo se ubica en la buscada conciliación de una mayor inclusión educativa con una verdadera calidad en los aprendizajes.

Sucede que, en nuestro país, la obligación enunciada por la ley choca con escollos reales para su cumplimiento efectivo. Entre otros factores, el trabajo informal que suelen cumplir los alumnos por necesidades familiares, que se traduce luego en ausentismo escolar y abandono. También, con los casos de maternidad y paternidad adolescentes y la consecuente necesidad de atención de sus nuevos deberes familiares. Hay que considerar que los chicos ahora convocados por la ley que fija el nivel secundario obligatorio se convertirán en la primera generación en haber alcanzado ese objetivo en muchas familias. Eso implica que habrán alcanzado semejante logro aun sin la experiencia de sus padres.

Los obstáculos señalados han merecido la sanción de leyes con vistas a asistir a estudiantes con desempeños negativos en la escuela media: la de los derechos de la niñez y la adolescencia, y las normas de protección integral de los menores, referidas a la asistencia escolar, que contemplan las demandas de otras obligaciones de los alumnos como la falta de documentación para ser inscriptos y la consideración a estudiantes embarazadas, entre otras. A esos aspectos jurídicos e institucionales se han ido agregando aportes de carácter pedagógico y didáctico, con el propósito de adaptar las modalidades del estudio a las realidades que se enfrentan.

Es evidente que se van concretando avances, aunque es mucho lo que hay que superar todavía con el cuidado de que las soluciones que se vayan implementando en beneficio de los alumnos no traicionen los propósitos de calidad de la enseñanza. También es menester estimar que esta problemática tiene sus raíces más allá del sector educativo: los problemas sociales y económicos de las familias que gravitan de manera más negativa y que exigen soluciones que, de hallarse, repercutirán favorablemente en el cumplimiento de los distintos niveles de la escolaridad.