La profesionalización docente no se restringe a los saberes

Tiempo Argentino

30 de enero de 2014

por Myriam Southwell

El mundo pide y necesita más educación. Los avances realizados no alcanzan. El mundo es grande y entramos todos pero la escuela también tiene que poder dar ese salto, incluir, acompañar y enseñar cada vez más y a para muchos.” Un aspecto central que el informe pone de relieve tiene que ver con el trabajo que los docentes desempeñan enseñando y hay allí un aspecto crucial que atender.

Los años de estudio que requiere formarse como docente aumentaron en los últimos años –fundamentalmente en 2006– aunque no en todos los países. Pero más allá de la formación básica la política de desarrollo profesional docente requiere una revisión y actualización en un ida y vuelta permanente entre situaciones nuevas y desafíos de lo desconocido que presenta el trabajo cotidiano y poder contar con un espacio institucional de reflexión colectiva, donde los problemas e insuficiencias sean un motor de cambio.
En este sentido, Argentina comenzará la semana próxima un proceso inédito y de muy alto impacto con el programa “Nuestra escuela” en el que todos los docentes del país iniciarán largos procesos de capacitación en servicio, analizando colectiva e institucionalmente la mejora permanente de la enseñanza.
La profesionalización docente en esta era no se restringe a la actualización de saberes y metodologías, también supone una sensibilización hacia la injusticia de quienes no están, o están próximos a quedar fuera de la escuela, una sensibilidad ante la injusticia de una distribución desigual de los saberes y una convicción de la incidencia de ese esfuerzo que el docente debe poner en juego, porque su existencia o ausencia hace una enorme diferencia para gran cantidad de niños, niñas y jóvenes. Esta sensibilidad implica, por ejemplo, que no debe asumirse que la escuela conocida hasta ahora será suficiente para incluir a todos; esa escuela que es “natural” para los que tenemos una historia escolar, pero desconocida para aquellos que como individuo o como familia estuvieron poco en ella –esos 57 millones de niños en el mundo que el informe releva–. Esa sensibilidad tendrá que convertirse también en inventiva que permita buscar nuevas alternativas para nuevos problemas, formas de llegar allí donde no se ha llegado, puentes donde hay caminos escolares poco transitados o con muchas dificultades, ser productores de posibilidades para los otros, los y las alumnas, y así también refundar los sentidos del propio trabajo.

Ver nota asociada: Para la UNESCO, lo docentes son los garantes de la calidad educativa. Por Diego Igal