Los educadores frente al desafío de trasladar la rutina del aula a las clases virtuales

Perla Zelmanovich, directora del Diploma Superior en Ciencias Sociales con mención en Psicoanálisis y Prácticas Socio – Educativas, analiza las consecuencias emocionales que atraviesan las chicas y chicos por la falta de clases.
Por Gabriela Vulcano. Publicado en BAE Negocios, 5 de abril de 2020.
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La suspensión de clases del nivel inicial, primario y secundario producto de la pandemia del coronavirus traspasa la mera cuestión sanitaria. La ausencia de la escuela, en términos físicos, también trae aparejado mucho más que dificultades para garantizar los contenidos pedagógicos de lo que sería el actual ciclo lectivo o el eventual corrimiento del calendario escolar, algo que por estos días analiza el ministro de Educación, Nicolás Trotta. Desde diversos abordajes, tres especialistas en educación consultados por BAE Negocios dan cuenta de las problemáticas y las oportunidades que genera la falta de asistencia de las niñas, niños y adolescentes a las aulas, y destacan el uso de la tecnología para mantener el vínculo alumno-maestro, pero plantean la necesidad de buscar otras formas de encuentro durante el aislamiento social preventivo y obligatorio.

La idea de que la escuela es “irremplazable”, algo que repiten en el Gobierno como en el resto de los gobiernos provinciales, aparece como una de las mayores coincidencias entre la dirigencia política -cualquiera sea el signo partidario- y madres y padres respecto del actual escenario, en el que las niñas, niños y adolescentes no sólo están en cuarentena sino que además no concurren al colegio. Para la psicopedagoga y doctora en Ciencias Sociales Dora Niedzwiecki, “la suspensión de clases efectivamente impacta” y subraya que “habría que preocuparse si fuera de otro modo”. “Impacta en lo referido a los modos de relación entre chicos y chicas, impacta en el vínculo entre estudiantes y sus docentes, así como también en las maneras que adopta la convivencia entre quienes integran un grupo familiar o un equipo de trabajo escolar. La vida cotidiana en cada espacio colectivo (familiar, escolar, laboral) requiere ajustes, atraviesa por el recalculando de cada GPS en cuestión”, explica la investigadora.

Sobre las consecuencias emocionales que atraviesan las chicas y chicos por la falta de clases, Perla Zelmanovich, psicoanalista y directora académica de la especialización en Psicoanálisis y Prácticas socioeducativas de Flacso Argentina con modalidad virtual, sostiene que es necesario “no generalizar” y destaca que “eso estará muy relacionado con el vínculo que se tenía previamente con la escuela”.

“Hay quienes sienten alivio porque, por diferentes razones, la escuela les resultaba un lugar hostil; y hay quienes extrañan mucho”, manifiesta Zelmanovich. Y agrega: “En cualquier caso, será una oportunidad para escuchar, para conocer algo más de su relación con la escuela y recortar ‘algo’ con lo que mejor puedan conectarse, sabiendo que nunca, más aún en este contexto, será con ‘todo’”.

Si bien el 15 de marzo pasado, cuando se anunció la suspensión de clases, la principal preocupación estuvo puesta en la cuestión sanitaria, pronto desde el Ministerio de Educación intensificaron su labor para garantizar -en algo- los contenidos pedagógicos a través de 14 horas diarias de programas educativos en los canales públicos y 7 horas todos los días en Radio Nacional, más la distribución de 7 millones de cuadernos en todo el país. El objetivo era perder lo menos posible. “Quiero llevarles tranquilidad a las familias, no vamos a perder el año escolar”, añadió días atrás el propio Trotta.

“La pérdida no hay que pensarla solo en un sentido negativo. En primer lugar, permite advertir de que algo importante está pasando, no hay que negarlo, puede dar la oportunidad para conversar. En segundo lugar, hay que pensar que siempre es necesario perder algo o que algo falte para que se active el deseo; en este caso, el deseo de aprender”, señala Zelmanovich.

Para difundir contenidos, pero también como un modo de mantener el contacto entre las maestras y los maestros y las alumnas y los alumnos, la escuela y el Gobierno apelaron a la tecnología. Según Daniel Brailovsky, pedagogo, profesor investigador de Flacso-Argentina y del ISPEI Eccleston, “en esta coyuntura, las tecnologías se convierten en un medio privilegiado (si acaso no el único) de dar continuidad a las actividades pedagógicas de las escuelas. Pero no hay que olvidar que son precisamente eso: un medio”. Y profundiza: “Las bondades de las tecnologías dependerán del criterio de quienes las usan. Sofisticadas plataformas empleadas de maneras banales, devendrán en prácticas de enseñanza igualmente banales. Herramientas sencillas en manos creativas, comprometidas y conscientes, generarán prácticas potentes y bellos encuentros”.

Brailovsky, además, puntualiza sobre la necesidad de llevar “a los espacios tecnológicos las estéticas y las culturas que ennoblecen la tarea docente”. “Si hemos de comunicarnos por foros y chats, procuremos que nuestra comunicación se parezca lo más posible a un texto situado, a una carta, a un relato personal. Si hemos de promover tareas a través de las computadoras y los celulares, a través de una mirada crítica, de una posibilidad de intercambio, de un ida y vuelta lo más fluido y sensible que sea posible”, detalla el pedagogo. Y añade: “No nos olvidemos que la materialidad del aula puede recuperarse a través del llamado a sus objetos característicos: el pizarrón, el cuaderno, el libro. Pararnos delante de la cámara, abrir un libro, compartir un fragmento, conversar, preguntar. Todo lo que hace que las conversaciones en el aula sean formativas, todo eso debe tratar de recrearse en las aulas virtuales”.

El aislamiento obligatorio no permite el contacto cara a cara por fuera del hogar. Pero aún cuando la cuarentena finalice, las máximas autoridades educativas adelantaron que faltará algún tiempo más para volver a clases, por lo que la tecnología continuará teniendo un rol primordial como nexo entre la escuela y los alumnos. Niedzwiecki sostiene que “las tecnologías digitales están siendo una herramienta posible y concreta de acercamiento y encuentro”, pero que también es posible llevar adelante otros modos de encuentro. “Rescato una iniciativa que me sorprendió y animó particularmente. Se trata de la idea de un coordinador de tutores de una escuela pública secundaria que acordó con su equipo organizar el tiempo de la semana para establecer llamadas telefónicas, conversaciones, con cada estudiante de su curso a cargo”, cuenta la psicopedagoga. Y concluye: “He aquí, en una llamada personal, una forma de estar, de acompañar, habilitando la escucha, mediados por la voz y la palabra generando una cercanía y una intimidad imprescindibles”.