Una genealogía del tango

Artículo publicado en la Revista Ñ el 21 de mayo de 2014

Gustavo Varela es filósofo, ensayista y músico. Da clases en las cátedra de los profesores Christian Ferrer y Carlos Savransky, en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, y es titular de la cátedra de Pensamiento Contemporáneo en la Universidad del Cine. También preside la Comisión Directiva de la Facultad Libre de Rosario, donde dicta Introducción a la Filosofía. Además, imparte en Flacso el seminario Historia Social y Política del Tango Argentino. Allí, aborda sobre todo el fenómeno del tango asociado a las circunstancias sociales y políticas que permitieron su emergencia. Como en sus libros Mal de tango (Paidós, 2005) y Tango, una pasión ilustrada (Lea, 2010), Varela desarrolla lo que él denomina, foucaulteanamente, una “genealogía política” del tango.


–¿Qué supone ese abordaje?

–Significa indagar en lo que esa historia no muestra: analizar los elementos que lo componen (la danza, la música y la poesía) como un emergente discursivo y visual de las condiciones políticas y sociales que lo rodearon, a partir de las cuales es posible responder a una serie de preguntas. Por ejemplo, si sostengo que el tango es prostibulario, tengo que leerlo a la luz de las ideas de José Ingenieros, que comienza a hablar de las patologías sexuales; o de la tesis sobre la trata de blanca que escribe Manuel Gálvez en la Facultad de Derecho; o de las noticias en los periódicos que muestran al arzobispo de Buenos Aires salir de un prostíbulo.


–¿Por qué, si el tango nace en el clima de algarabía que reinaba en los prostíbulos en 1920, se transforma en un fenómeno que transpira tristeza y melancolía?

–Porque los que escriben tangos se educaron en la escula de 1884. Allí aprenden patriotismo y moral para intentar ordenar una población con 50 por ciento de inmigrantes. Pero además es un fenómeno portuario, como puede ser el fado en Portugal o la samba brasileña. Todos tienen un origen prostibulario, que responde a una transformación de los vínculos afectivos y sexuales. Son especies de rituales presexuales. El hecho de que el tango se dé aquí es azaroso.


–¿Cuáles son los principales clichés que usted discute?

–Yo sostengo que el tango no tiene origen en las clases populares. Su emergencia tiene que ver con un tipo de marginación moral y una reacción del ingreso de la Argentina a la modernidad. Por eso hay niños bien bailando el tango en sus inicios. Ya en el tango canción eso se diluye, porque entran a las milongas los hijos de los inmigrantes, que para 1912 ya están adiestrados. Además, sostengo que el tango no es machista. El primer tango, Mi noche triste, es criticado porque la mina se va, pero se va… Después el problema empieza a ser, en el tango canción, el deseo de la mujer, que en 1960 vota y usa minifaldas.