Una reforma que también garantiza derechos

Nancy MontesUna reforma que también garantiza derechos
Nancy Montes, investigadora del Área Educación, analizó las modificaciones en la escuela primaria bonaerense
Publicado en diario Clarín el 15 de septiembre
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Todas las provincias están convocadas a hacer cambios en sus normativas para acompañar de otros modos las trayectorias escolares. Esto lo definió el Consejo Federal de Educación, órgano de gobierno en el que participan todos los ministros del país. Por otra parte, es una de las atribuciones de los ministerios y una necesidad, organizar el funcionamiento del sistema y de quienes están vinculados a él (sean estudiantes, docentes o funcionarios).

La resolución 1057/14 establece responsabilidades y obligaciones para las inspecciones, las instituciones, su personal docente, las familias y los estudiantes. Actualiza desde una perspectiva de reconocimiento de derechos un amplio abanico de funciones que hacen no sólo a la evaluación sino también al acceso, a la permanencia y a la articulación entre niveles de enseñanza, para que no quede librado a la voluntad de los buenos directivos y de los buenos docentes emitir constancias o requerir alguna documentación y generar condiciones para la promoción de la enseñanza. Esta articulación es vital para garantizar el pasaje entre niveles de enseñanza (del inicial al primario y de aquí al secundario) y no hacer obstáculo a las trayectorias por dificultades administrativas del propio sistema, que debe ahora responsabilizarse por esos tiempos, por esas inserciones.

Es llamativa la reacción de quienes pregonan un único modelo de escuela, la del pasado y ven en todo cambio una amenaza a la exigencia, a la calidad. Hay muchas escuelas consideradas hoy de excelencia o buenas escuelas, valoradas por sus estudiantes, comprometidas con su función, que ya han implementado muchas de las formas de trabajo que esta norma señala. Por ejemplo, las que ya trabajan con instancias de apoyo o comunican a las familias con la anticipación necesaria las dificultades de sus hijos, las que contactan a los padres o adultos responsables ante inasistencias reiteradas, las que ya diseñaron estrategias exitosas para hacer posible la retención escolar sin resignar los aprendizajes, las que reconocen otras cualidades en sus estudiantes: competencias para lo deportivo, sensibilidad para lo creativo o para lo solidario, compromiso con lo comunitario y que ya representan a sus escuelas en torneos, olimpíadas o eventos; ¿por qué estos estudiantes no podrían ser además ser abanderados? Hay detrás de esa objeción la idea de que sólo es buen alumno el memorioso, el disciplinado, el estudioso, el capaz en términos de cierta parte del curriculum escolar. ¿Por qué la escuela no puede reconocer otras capacidades?

Cualquier decisión de política educativa debería invitar a pensar fuera de los lugares comunes. Ni la repitencia ni la promoción automática garantizan que se resuelvan los problemas de aprendizaje. Y como la evaluación está vinculada a cómo se enseña, creo que la discusión tiene que ser esa, cómo estamos enseñando a nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes para hacer posible aprendizajes relevantes. Esto requiere, además de cambios normativos, modos de acompañamiento para garantizar las condiciones de trabajo que son necesarias sobre todo en los lugares a los que asisten los sectores más desfavorecidos.