Comunicación y género: herramientas estratégicas hacia una comunicación para la igualdad


El curso “Comunicación y género: herramientas estratégicas hacia una comunicación para la igualdad” se realiza en el marco del Acuerdo entre la FLACSO Sede Argentina, con la coordinación del Área de Comunicación y Cultura y el Programa Educación a Distancia de la Sede, y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).

El convenio tiene una cobertura geográfica para América Latina y el Caribe, con cursos específicos -en este caso- para Ecuador– bajo las áreas temática de la Comunicación política para la formación hacia la igualdad de género en contexto de crisis y postcrisis.

La crisis de la pandemia por COVID-19 nos enfrenta a la profundización de las desigualdades de género, no sólo por el contexto de emergencia sino por las medidas que se impulsan para enfrentarla. Como lo ha reiterado la Alerta de Género del Grupo de Referencia de Género del IASC: “Las normas de género y las desigualdades preexistentes afectan de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas en situaciones de emergencia, incluidas las emergencias sanitarias. El género, junto con otros factores como la edad, la orientación sexual e identidad de género, la etnia, la discapacidad, la educación, el empleo y la ubicación geográfica, pueden cruzarse para agravar aún más las experiencias individuales en las emergencias”.

En América Latina y el Caribe, los impactos socioeconómicos actuales y previstos de la pandemia constituyen una importante barrera en el avance de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, así como en el resto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La disrupción de los medios de subsistencia y consecuente aumento de la pobreza, la dificultad de acceso a servicios esenciales e inseguridad alimentaria, las múltiples crisis y emergencias humanitarias, el incremento de la movilidad humana, y la escalada de casos de violencia contra las mujeres son impactos que pueden seguir agravándose con consecuencias para las mujeres y niñas si no se desarrollan respuestas que pongan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres al centro.

En este sentido, según datos de la CEPAL, la pérdida de trabajo e ingresos por parte de las mujeres de la región ya se traduce en una década de retroceso en el empoderamiento económico de las mujeres. Esta realidad se suma a las crecientes dificultades para conciliar el trabajo remunerado con las responsabilidades familiares y tareas de cuidado, donde ya antes de la pandemia, las mujeres dedicaban más del triple de tiempo al trabajo no remunerado que los hombres.

A pesar de este impacto diferenciado, y al igual que en las instituciones políticas, las mujeres están subrepresentadas en los espacios de decisión de las instituciones a cargo de la respuesta a la crisis por COVID-19 y en los medios de comunicación, lo que puede significar que los servicios e intervenciones brindadas no cuenten con la perspectiva de más de la mitad de la población afectada y que los mismos no tengan la difusión adecuada.

En el ámbito ejecutivo, las mujeres ocupan solamente el 28.5% de las carteras ministeriales en América Latina, y el porcentaje disminuye en las áreas políticas y de economía. En el nivel local, las alcaldesas constituyen el 15,5% en América Latina (CEPAL, 2018) y las mujeres ocupan el 24,5% de los escaños en órganos deliberantes de gobiernos locales (CEPAL). Asimismo, según datos del COVID-19 Global Gender Response Tracker4, las mujeres representan solo un 29% de las/os integrantes de los grupos de respuesta a la crisis en América Latina y el Caribe.

Además de los factores estructurales y de normas patriarcales que impiden que las mujeres progresen como líderes en la toma de decisiones , hay factores de carácter más subjetivo que afectan la forma en cómo las mujeres proyectan sus liderazgos potenciales, como los sesgos de género inconscientes se traducen en falta de autoestima, falta de confianza o simplemente miedo a enfrentar la agresión vedada o abierta por parte de individuos o instituciones, pero tambien de proyección en los medios de comunicación.

Estas barreras se acentúan en contexto de emergencia, ya que a los muchos desafíos de enfrentar una carrera política se suman limitaciones económicas, preocupaciones por el cuidado de la familia, nuevas modalidades de trabajo con otros enfoques y prioridades. Las medidas de contención de la pandemia, que limitan las posibilidades de reunión y de formación presencial, hacen necesaria la creación de nuevos espacios de encuentro, apoyo y formación política, para que más mujeres participen de los espacios de toma de decisión.

Asimismo, en 2021 al menos 13 países atravesaron y están atravesando procesos electorales de diverso tipo y en ciertos países, a su vez, se aplican por primera vez medidas paritarias y para la erradicación de la violencia contra las mujeres en política, lo que puede significar una ampliación de la participación de las mujeres en la esfera pública y política. En Ecuador en particular, las elecciones presidenciales se realizaron el 7 de febrero de 2021 para elegir al presidente y vicepresidente constitucional de la República para el período 2021-2025. A la par de la primera vuelta se realizaron las elecciones legislativas en que se eligieron a los representantes al Parlamento Andino y los Asambleístas para el mismo período y en una segunda vuelta de balotaje fue elegido como presidente, Guillermo Lasso, que tomó posesión de sus funciones el 24 de mayo de 2021.

Frente a estos nuevos escenarios sociales, políticos y económicos, se hace necesario un replanteamiento de los apoyos que los organismos internacionales brindan a los países, a las instituciones intermedias y a la sociedad civil en relación con la promoción del liderazgo de las mujeres, la defensa de los derechos políticos de las mujeres y, sobre todo, su presencia sustantiva no solo en los procesos de toma de decisión en las distintas instituciones y sino en el fortalecimiento de su rol en los medios de comunicación, superando barreras de estereotipo y discriminación.

En este contexto, los medios de comunicación son un actor clave en la generación de representaciones tanto porque perpetúan estereotipos que generan desigualdad en relación a los roles esperables para las mujeres, como para generar nuevas representaciones que las posicionen como políticas y líderes en sus países.

Para promover mayor igualdad desde el universo simbólico que atraviesa a nuestra región, es necesario fortalecer la perspectiva de género en los ámbitos de producción de comunicación tanto comerciales como autogestivos, para incorporar una mirada interseccional que promueva la igualdad desde distintas dimensiones que hacen a las inequidades.

Los medios y las personas encargadas de prensa son piezas fundamentales para visibilizar violencias, inequidades y también reflejar el potencial que tienen las mujeres en los ámbitos políticos de la región.

En este marco, la alianza de la FLACSO Argentina, un organismo internacional con mandato en formación, cooperación e investigación desarrolla y titula la formación con educación a distancia y desde un enfoque de género, interseccionalidad y derechos. Estas se constituyen herramientas estratégicas para trabajar en el fortalecimiento de capacidades de mujeres, comunicadoras/es y decisoras/es y actores clave en toda la región. Junto a la FLACSO Argentina, la Oficina de ONU Mujeres en Ecuador, se encuentra trabajando en el resguardo de los derechos políticos y el fortalecimiento de la participación en la vida pública y política de las mujeres, a través de diferentes estudios e investigaciones, y con acciones en el marco de las elecciones generales en 2021 que recientemente han finalizado con la asunción de nuevas autoridades en diferentes ámbitos de gobierno.

En este sentido, el comité de expertas de la CEDAW ha destacado la adopción de un sistema de paridad entre los géneros y alternabilidad de candidatos y candidatas en las listas electorales para elecciones pluripersonales en Ecuador, pero observa con preocupación que la representación de las mujeres en las elecciones unipersonales y en los órganos políticos locales sigue siendo limitada, especialmente en el caso de las mujeres indígenas y afroecuatorianas. En este marco, se destaca que el Código de la Democracia, revisado en el año 2019, incorpora la violencia política basada en género en dichas reformas.

La crisis derivada de la pandemia por COVID-19 ha puesto en evidencia las desigualdades estructurales de clase, etarias, raciales y de género. Estamos viendo una reformulación de la relación entre el papel del Estado y el mercado y un espacio fiscal reducido. La crisis está colocando al centro la sostenibilidad de la vida y de los cuidados como elementos claves de la respuesta. Por ello, el liderazgo de las mujeres frente a la emergencia del COVID-19 no es solo una cuestión de igualdad sustantiva, sino una prerrogativa urgente para una respuesta eficaz y consciente de los impactos de la pandemia en toda la población. De la misma forma, es fundamental que los gobiernos y en general los/las responsables de la toma de decisiones en todos los sectores incorporen la perspectiva de género en las medidas de respuesta para garantizar mecanismos que no comprometan la seguridad y los derechos de las mujeres y que contribuyan a estrategias de recuperación transformadoras.